LUCIR SIN RECELO
La noche se acerca despacio,
y las horas van transcurriendo.
La jornada desespereza
la noche que está adormecida.
Y es que a la noche le sonríe el día,
y esta, al mismo tiempo, es devuelta.
Y lucen las dos con esmero...
lento, grácil... y sin recelo.
Un lago las refleja
mientras sus olas se mueven
en una calma apacible.
Y las flores germinan
mientras sus pétalos abren
al lucir esa constante.
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