DEJAR SOLTAR...

Es muy fácil aguantar el dolor.

Soltarlo, eso es lo difícil.

Enrocarse en él es fácil,

aunque se vaya un nudo volviendo.


Se vuelve así en algo estéril

que suele terminar germinando.

Pútridas flores con nacimiento 

en un insalubre jardín.


Por tanto, es necesario soltarlo,

incluso, aunque nos haga estremecer

y creamos que nos podemos perder.


Pero el quid estará en cómo hacerlo.

Cada cual ha de osar a atreverse

a localizar su propio escape. 

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