LA FAMA DEL DIABLO

Buscaba, el Diablo ansiaba un abrazo. La fama que había cubierto su ser le hizo vestirse con la soledad que por las calles le hacía compañía siendo su único faro la Luna. Y esta le miraba desde lejos estando temerosa del aura que por los milenios fue creándose. Entonces, al Sol solía llamarle por el pánico que la figura formaba en aquellos que lo vieron. Pero desconocían un asunto. El Diablo un ser sacrificado fue en el formarse de la sociedad y ese sufrir soportarlo debía en la oscuridad más absoluta. Fue elegido. Esa penitencia fue un acuerdo que le supuso aislarse en la soledad perenne. Y en ella del mal la imagen en su persona presente en el filo de cada sentencia del Divino.