El "QUÉ" DEL CAMINAR DE LA IMAGINACIÓN

Quizás tendríamos que alimentar la imaginación. Y abonarla no vendría nada mal. Entonces veríamos la forma en que crecen las historias que nos hacen ser nuestro "Qué". Un "Qué" venido de la raíz de nuestro corazón. Un "Qué" que va llenando nuestra alma. Un "Qué" que después alcance a compartirse sin que el tiempo llegue a poner sus límites. Saborearíamos las leyendas orales y descubriríamos cómo se transforman dando lugar a diferentes relatos. Aunque nos percatemos del común núcleo que por todas sus venas suele caminar como si fueran unos místicos genes. Tendríamos los que fueron dados en papel como el acto de fijar una memoria que seguiría en el nacer tecnológico.