UNA ESTANCIA OSCURA
Al apagarse la luz
un frío sudor
le recorrió
cada parte
de su cuerpo.
Hasta entonces
nunca antes
había sentido
semejante
claustrofobia.
Sin aquella plenitud
aquel cuerpo
hacía acopio
de temores
en expansión.
Crugió su mente
al ceder
a los miedos
emergentes
en la distancia.
Un mero instante
donde la seguridad
no se presiente.
Las paredes palpó.
Su superficie,
mucho más fría
con luz ausente,
destrozó sus nervios.
De cuclillas
apretó su espalda
sobre la pared.
Las piedrillas
ahora resultaban
mucho más grandes.
Todo estaba oscuro.
Y los olores
aumentaban
en su volumen
a cada momento.
Tiritaba,
y también sudaba.
Luego su vientre
suplicaba
por la necesidad
de librar lastre.
Y soltó todo
a la par que inundaba
todo su valor.
Con dificultad
logró suprimir
otra venida
en el vomitar.
Se balanceaba
en un frenético
frenesí.
Y se hizo la luz.
Esta dañaba
sus ojos al ir
cubriendo el lugar
antes a oscuras.
Una ventana
se abrió muy despacio
al grácil
espectro de luz.
Logró respirar
mientras su triste cuerpo
rugía a la vida.
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