EL DESPERTADOR

Suena el despertador.

Tres veces ha sonado ya.

Se levanta de la cama.

Se lleva su mano a la sien.

Esta adormecido.




Movimientos lentos

hasta alcanzar la cocina.

Una taza limpia busca

y en ella vertira un café.

Necesita calor.




Enciende la radio.

En esta suena música.

Entonces pone noticias.

Va a dar un trago y descubre

que este le ha quemado.




Y por momentos maldice.

Se le ha quemado la lengua,

pero por nada del mundo

desperdiciará el día libre.




Observa esa catástrofe,

la porquería acumulada

reclamándole con gritos.

Ya lo limpiará más tarde.




Se lava los dientes

y se ducha.

Le gustaría estar más tiempo.

¡Ay! Pero no puede;

las facturas

representan una maldición




Y sale a la calle.

Está vacía.

Ahora leerá el periódico

mientras otro café le acompaña.

El mundo parece loco.




Son sus conclusiones,

y que brotan

con un repaso rápido.

Mira el horizonte,

debe marchar

y hacer lo que en casa dejó.




Pero antes debe hacer

un par de recados.

Llega a casa

y deja los trastos.

Hace sus quehaceres.

Será mucho tiempo.

La comida

será algo ligero.




Come con la tele.

Tiempo atrás quedaron

las recetas

que gastaban tiempo.

Y todos los planes

de hacer calendario

con aquellas

en cada día dado.




Quiere relajarse.

Luego dará un paseo

y tomará

algún que otro trago.

Pero sin pasarse.

Tiene el propósito

de presenciar

un espectáculo.




Decide ir la cine.

Es barato

y la película

es interesante.

En este se duerme.

Confundido,

cuando le despiertan

están los finales.




Estaba cansado.

Hacia sus fueros maldice.

El camino hasta su casa

lo hace cabizbajo.

Y refunfuñando.

Y allí, en la cama se mete

dejando a un lado la cena.

Mañana hay trabajo.

investigación y ciencia.es









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