SOBRE EL PLACEBO
Nos dieron la cura,
incluso, antes
de que la enfermedad
surgiera. Como quien
pretende acabar
la sarna matando
al perro sin ella.
El aire, impregnado
como estaba
con aquel éxtasis,
parecía tan puro…
pero lejos de la
realidad oculta
entre los cajones.
Embriagados. Así
se mostraba
la masa vestida
con aquel milagro.
Jolgorio, frenesí
ante la sensación
de lo inquebrantable.
Placebo que cura
los ardores
entre cada toma.
Y es inexistente.
Pero su presencia
dispone de cuerpo.
También de coraza.
La purificación
con hogueras.
Semejante éxtasis
que fue resultado
en condescendencia
con la tranquilidad
de sentirse inmune.
Curando sin sentir
la enfermedad.
Como la campana
que está repicando
la luz del elixir
que luce el verdugo
trasformado en el juez.
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