¿Qué son esas manchas que vemos flotando en el aire?

Las moscas flotantes, o miodesopsias, son un fenómeno que aparece en el campo visual partiendo de partículas habidas en el interior de nuestros propios ojos

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En la jornada de hoy gustaríamos de plantearles sobre una cuestión que puede sonar trivial. Puede que la mayoría de ustedes hayan podido comprobar en un día soleado mientras miran el firmamento, o quizá una superficie plana, como puede ser la hoja de un periódico, la manera en que aparecen unas pequeñas figuritas que se van moviendo en el trayecto de su visión. Estas suelen desaparecer al poco, apenas moviendo levemente la cabeza. Aparentemente es algo que no tiene mayor complicación en la salud y que científicamente son conocidas por miodesopsias.

Vulgarmente les damos el nombre de moscas flotantes. Y se trata de algo que la mayoría de nosotros, en mayor o menor medida, hemos podido presenciar en algún momento. Puede que, incluso, no le demos importancia. Es más, hasta el cerebro es capaz de aprender a ignorarlas y hacer como si no estuvieran ahí. Pero, ¿qué son y cómo se producen? Para ello, primero habría que explicar brevemente el funcionamiento del ojo del Ser Humano, el cual es el encargado de mandar la información que recibe mediante la luz al cerebro. Este lo descodifica, y eso es lo que vemos.

La parte exterior de este órgano está dividido en tres zonas. La primera de ellas es la córnea. Si nos fijamos utilizando un espejo como herramienta, veremos que es esa parte transparente que sobresale protegiendo al iris y a la pupila. El primero de estos dos es la correspondiente al color que en ellos podemos apreciar. El otro es ese pequeño músculo que aumenta o disminuye según la fuerza de la luz que haya en ese momento. Por él entra la luz atravesando el cristalino hasta llegar a la retina. Ahí se transformará en impulsos nerviosos que llegarán al cerebro a través de los nervios ópticos.

Al espacio que ocupa lo habido entre la retina y el cristalino se le conoce como humor vítreo. Y no, no estamos hablando de “El Club de la Comedia” o de “Paramount Comedy”. El humor vítreo se trata de una sustancia gelatinosa conformado en cerca de su 99% de agua. El resto esta compuesto por glucosa, potasio, colágeno, ácido hialurónico, sodio y proteínas. Lo que sucede es que estas sustancias pueden llegar a compactarse, haciendo que no pase la luz a través de ellas y se refleje su sombra en la retina. Esa misma proyección es lo percibimos después de que esa sombra llegue a la retina.

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Es decir, como si de un espejismo se tratara, estamos presenciando las formas de algo que está en el interior de nuestros propios ojos. Este efecto está muy asociado a la gente que padece miopía. Esto es así debido a que la forma de sus órganos visuales es alargada y puede causar desprendimientos vítreos. También son más frecuentes a medida que avanzamos en años. Según vamos envejeciendo, el líquido vítreo se vuelve más acuoso y pierde su capacidad gelatinosa. Esto hace que esas sustancias estén más “sueltas” y es más fácil que no dejen pasar la luz. También son propensas a tenerlo aquellas gentes operadas de cataratas u otras cirugías oculares.

Por lo tanto, es algo normal y en teoría no deberíamos preocuparnos. Pero hay que acudir inmediatamente ante un médico si aparecen de golpe, aumenta de forma sorpresiva su cantidad y, sobre todo, si vienen acompañadas de unos destellos. Esto puede suponer que el vítreo se haya separado de la retina. También cuando vuelven borrosa la visión y en la hipotética situación de llegar a perder la visión periférica. Es estos casos lo que se hace es examinar el interior de la retina para comprobar si hay alguna lesión, como es el caso de un desgarro o el desprendimiento de la retina, algo que requeriría de una intervención quirúrgica.

Como hemos comentado, en un principio no es algo que, aparentemente, sea perjudicial para la salud. Y aunque no se puede prevenir ni tiene tratamiento (aunque en casos extremos se puede sustituir el vítreo inyectando una solución salina trasparente), sí se pueden detectar las complicaciones que de ello pueden derivar. Los expertos indican que hay que acostumbrarse a convivir con ellas e ignorarlas, al igual que aprende a hacerlo el cerebro. Esto, en ocasiones, puede resultar complicado y algunas personas que lo padecen se ven en la necesidad de acudir al psicólogo a la hora de poder afrontarlo.











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