University of Tsukuba
El cine tiene algo curioso que
puede llegar a resultar fascinante e, incluso, escandaloso. Todo ello
al mismo tiempo. Es como si esa necesidad que tiene el Ser Humano de
contar historias se hubiera trasladado por completo a él. La
fantasía y la realidad se entremezclan llegando a cosechar
auténticas obras maestras que, tal vez, dentro de mil años ostenten
títulos tan importantes como lo pueden tener las obras de La Iliada
y La Odisea. Miren, entonces. ese increíble largometraje que Steven
Spielberg estrenó en 1993, “Jurassic Park”.
Recordarán que sus dos máximos
protagonistas, uno por la areola de misticismo que presenta y el otro
por la sorpresa que genera su personalidad, son en
realidad el
Tyrannosaurus Rex y el Velociraptor. Y aquí viene lo curioso de la
película. Si nos ponemos a mirar las fechas del periodo Jurásico no
cuadran con la presencia sobre la faz de la Tierra de estos dos portentosos animales. Esta época comenzó hace 201 millones de años y
finalizó 145 atrás. Las dos especies vivieron en el Cretácico, que
comenzó al final de la primera y acabó hace unos 66 millones de
años.
Pero es cine, y la adaptación de
la novela de Michael Crichton fue tan exitosa que dio origen a una
franquicia que ya cuenta con cinco películas. La ultima, “Jurassic
World: El Reino Caído”, se estrenó en 2018. Y ya que estamos, a
pesar de que el protagonismo del Velociraptor eclipsara en esa
primera entrega a la portentosa imagen del T-Rex, ¿cómo fue que
este último consiguió estar en la cima de cadena trófica? ¿Tuvo
en algún momento de su historia que lidiar con otras especies que le
hicieran competencia? Parece que parte de la respuesta a eso mismo la
ha encontrado la Universidad de Tsukuba (Japón). Una nueva especie
Un estudio publicado por la
revista “Royal Social Open Sciencie” afirma que hace unos 90
millones de años sus parientes debieron de convivir con una
nueva
especie
que pertenece a los carcharodontosaurios. De tamaño mediano a grande, ocuparon anteriormente su lugar en la cadena alimentaria. El nombre
dado a esta nueva especie es Ulughbegsaurus Uzbekistanensis y fue
hallado en el Desierto Kyzylkum de Uzbekistán, en la Formación
Bissekty. Se han realizado
dos análisis evolutivos separados que muestran que fue “el primer carcharodontosaurio definitivo del Crecático
Superior de Asia central”.
En un comunicado realizado por la
propia Universidad de Tsukuba el día 08 de este mes, explican que el descubrimiento se basó
en un fósil aislado. Este pertenecía a un maxilar izquierdo o
mandíbula superior. Las declaraciones las hace el primer autor del
estudio y profesor asistente Kohei Tanaka. Según detalla, al
pertenecer al orden de los terópodos, pudieron calcular su tamaño
ya que el del maxilar está directamente relacionado con el del
fémur. De ahí concluyeron que pesaba unos 1.000 kilogramos y su
longitud era de entre 7,5 metros a 8. La del elefante africano oscila
entre los 6 y 7,5 metros y pesan una media de 6 toneladas.
En palabras del principal autor
del estudio, el profesor del Museo de la Universidad de Hokkaido,
Yhositsugu Kobayashy, el hallazgo rellena un vacío en el registro
fósil. Revelaría, además, que los carcharodontosaurios
vivieron
por toda Europa y Asía, en el continente que se ha dado en llamar
Laurasia. Este se formó tras su separación de Godwana hace unos 200
y 180 millones de años. De él surgirían Eurasia y América del
Norte. Durante su
existencia habrían
convivido con unos
tiranosauridos
de dimensiones más pequeñas. Esto mostraría “limitaciones” en
la transición en la cúspide de los depredadores en el Crecático
Superior Temprano. Uzbekistán, su hogar
El Ulughbegsaurus Uzbekistanensis habría
habitado en lo que hoy es Asia Central. Se presupone que fue el
dominante entre los depredadores debido a su superioridad en lo que
respecta a tamaño frente, por ejemplo, al tiranosaurido Timurlengia, otro gran
depredador habido en la Formación
Bissekty. El
tamaño de este último
rondaba los 3 y 4 metros
de longitud y pesaba entre 170 y 270 kilogramos.
La designación
del nombre proviene del
astrónomo y matemático Ulugh Beg, quien
además fuera Sultán de
la Dinastía Timúrida (Asia Central) durante el Siglo XV. Eso en lo
que respecta a la primera parte. La segunda hace referencia al país
en el que se encontraron los restos, Uzbekistán.
El
Ulughbegsaurus
Uzbekistanensis,
al igual que el resto de
carcharodontosaurios
y tiranosauridos,
era un
terópodo y pertenece a
los dinosaurios saurisquios. Los terópodos se caracterizan por tener
unas extremidades con tres dedos funcionales y unos huesos huecos. Se
cree que las aves actuales evolucionaron desde ellos en el Jurásico
a partir de pequeñas especies. La
Formación Bissekty tiene una edad calculada en 92
y 90
millones de años. Formada durante el Cretácico Tardío, esta
formación geológica está cargada de restos fósiles de animales
marinos y terrestres, lo que sugiere que surgió tras la regresión
de un mar salado. La desaparición del Ulughbegsaurus, y los otros carcharodontosaurios, podría haber sido provocada por el empuje de los tiranosauridos. Esta se produjo antes del inicio del Cretácico, pero sus razones no están claras debido a la ausencia de pruebas fósiles. Por su parte, las dos especies de dinosaurios con las que hemos comenzado este texto vivieron, en el caso del T. Rex, entre hace 68 y 66 millones de años. Específicamente, lo hizo en Norte América y se tienen contabilizadas unas 130 especies de tiranosauridos. El Velociraptor lo hizo en Asia central. Por lo tanto, no se habrían llegado a conocer debido a su localización geográfica. Tampoco en lo que corresponde al tiempo, ya que este ágil depredador y carroñero merodeó las tierras de Mongolia hace unos 75 o 71 millones atrás. Su cuerpo estaba cubierto de plumas. Hasta 2008 solo se conocía una especie, la Mongoliensis. Ese año, partiendo de restos craneales encontrados en Mongolia Interior (China), se determinó una segunda, la Osmolskae.
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