PUENTES

Habrá puentes que duren por siempre.

O eso parece cuando soportan

el devenir y pasar del tiempo.


Otros son frágiles, delicados.

Tanto que no lograrán soportar

el objetivo de sus funciones.


Y también están los que, continuamente,

tengan que ser reforzados

por lo que será su peso

cuando las circunstancias se les suceden.


Los que se quedan a mitad del camino

por frenar cuando sus ciernes

contemplan el horizonte

y consideran que ya lo han visto todo. 


En algunos crecen plantas.

En otros, sin cesar, circulan las gentes.

A pie o cualquiera de los tantos transportes. 

Algunos tienen aceras.


En otros tantos fermenta

la tierra después de que los tiempos

se sucedan sin los miramientos

frecuentes de las épocas.


Los hay que a la Luna cantan.

Y algunos a los que quieran escucharles.

También están los que a nadie se dirigen

e ignoran a los que opinan.


Están los que se levantan

pensando en ser el más excelso de todos. 

Y los que pareciendo no tener valor 

suelen estrechar más lazos.


Y en el epílogo

están los más tristes.

Son los de la calamidad.

El peso de la desgracia.

Los que algún desastre

los volvió en el polvo.

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