La historia del porro que se fumó sin darle importancia (III)


vice.com

Ahí sentado, con las gafas de sol puestas evitando el brillo cegador de este, se acomodó mientras observaba a la gente pasar. Lo hacían subiendo, o bajando, una pequeña cuesta. Se aguantó las ganas de encender el porro que tenía guardado. En su lugar prendió un nuevo cigarrillo y bebió un poco del café que había pedido en aquel bar. El río atravesaba la ciudad y parecía ser ajeno a lo que en ella ocurría. Aunque, tal vez, percibía todo lo que acontecía.

Rio ligeramente pensando en esa posibilidad. La de que esas aguas, incluso el mismo núcleo urbano, tuvieran consciencia y percibieran lo que sucediera. Entonces, vio a dos hombres sin llegar a los 40 años de edad, si es que no los tenían ya. Enfrente de ellos circulaba otro mientras paseaba con un perro. No entendió lo que dijo, pero al verlos soltó algún improperio y dio una fuerte patada a una papelera que allí se encontraba. La pareja ignoró su acción. Los tres prosiguieron su camino.

Dio otro pequeño sorbo a la bebida, y también una calada. Frotó sus manos una con la otra. Tal vez queriendo que entraran en calor, pero no hacía frío. Es más, la temperatura era más que agradable. Quizás fuera un gesto con tal de paliar el nerviosismo por lo que acababa de ver. Aunque también lo sería por la espera hacia aquel con el que había quedado. En algún lugar, aunque podía imaginar de dónde provenía, escuchó música. Se trataban de las pruebas de sonido de un concierto que se daría después. Y esta se mezclaba con la que provenía del bar.

Un grupo de chavales bajaba la cuesta. Hablaban entre ellos en su lengua de origen. De repente, comenzaron a correr al oír el grito de otros que venían detrás de ellos. En menos de medio minuto todos desaparecieron en distintas direcciones. La gente miraba y murmuraba sobre lo que había sucedido. Un par de motocicletas subieron aquella cuesta dejando su ruido en el ambiente. Este se desvaneció. Y pareció volver de nuevo la calma. No le sorprendió que poco después otra grupeto bajará por el mismo lugar. Iban con bebidas alcohólicas. Parecía que se dirigían a beberlas a los bancos habidos en el paseo habido en ese margen del caudal. Y así fue.

La última calada vino antes de que tirara la colilla. Calculó mal y fue directa a parar al chasis de un coche. Hizo un gesto de consternación ante ello y bebió un poco más del café. Sacó el móvil y miró si tenía algún mensaje. "Estoy de camino, en nada llego". Decidió leer el periódico. Aquel estaría allí en 5 minutos. Los titulares invadían la pantalla de su móvil. Deportes, política, sociedad, ciencia,... Las noticias iban llenando aquel espacio como si pretendieran amenizarle el rato que iba a pasar allí. En estas, le tocaron el hombro. Cinco minutos habían dado para mucho.

- Vaya, parece que te has distraído un poco mientras leías un rato - le dijo.

Observó su rostro. Este estaba cubierto por la sombra que generaban los edificios. Parecía seguir con su costumbre de no afeitarse. Una vez le dijo que se pasaba la maquinilla de cortar el pelo una vez al mes pues no necesitaba de arreglos superfluos. Simplemente la recortaba. Pero no recordaba cuál era el tamaño. Sus ojos marrones le miraban atentamente. Vivía relativamente cerca del lugar y se notaba que no había fumado durante el camino. "¿Pedimos algo aquí o prefieres tomar algo en otro sitio?". Se lo pensó un poco antes de contestar. Bebió de trago lo que quedaba del café y se levantó.

- Vamos a otro lugar.

Entró en el bar y dejó el vaso a la barra. Cuando salió se dirigió a su acompañante. "¿Dónde quieres ir?". Este miró el recorrer de las aguas en su dirección contraria. "Has venido siguiendo la corriente del río. Subamos por aquí arriba. El camino será más corto y llegaremos al centro más fácilmente".

Comenzaron a caminar. Al llegar al punto final de la pendiente tiraron a la izquierda y subieron otra cuesta. En su ocaso, giraron a la derecha hasta llegar a un parking que daba a la estación de autobuses y trenes. Tras atravesarla y bajar unas escaleras mecánicas arribaron al lugar en el que prácticamente todo el transporte publico de aquel municipio confluía. Salieron al exterior por la puerta que en la derecha se encontraba. Casi guiados por la inercia fueron hacia el estanco que allí había, pero este hacía tiempo atrás que hubo bajado sus persianas.

- No creo que nos falten lugares en los que comprar tabaco. - Dijo su acompañante. - Fijo que sigues llevando uno que esté preparado por si las moscas.

- Sí, así es. Tenía pensado encenderlo cuando estuviéramos sentados tranquilamente en alguna terraza.

- Bueno, se me ocurre una cosa. Podemos ir al parque y fumarlo allí. Además, cerca hay varias tiendas en las que comprar alguna bebida.

- Pero nada de alcohol, que luego pasa lo que pasa y acabamos peleándonos con la cerradura de casa.

- No sería mala idea, la verdad. Pero tener una tarde tranquila siempre es de agradecer. Vamos, que aunque el parque no se mueva hay que ponerse en marcha.

Y de esa forma arrancaron. Giraron a la izquierda y avanzaron unos 100 metros antes de volver a la derecha. Bajaron la calle hasta atravesar un puente, el último que podía verse desde el lugar del que habían partido. Habían dado una vuelta que podría no conducirles a nada, pero, en medio de sus múltiples bromas, lo solían hacer con tal de "despistar". Al llegar al final de este cruzaron la carretera llegando a su flanco izquierdo. De frente, aunque escorándose en la derecha, un paso de cebra parecía dar la bienvenida a la entrada de la zona vieja del municipio. Pero, en lugar de ello, bordearon ese imaginario perímetro hasta llegar a una iglesia que estaba al lado de una estación. Al lado de la entrada de esta había una pequeña tienda de alimentación.

Entraron y cogieron varios refrescos. Además de un poco de bollería con la que combatir el posible "pajaron'. Después de abonar su "combustible", salieron y tiraron hacia la derecha. Todo recto, tal vez a unos 300 metros y habiendo pasado, entre otros lugares, un colegio, encontraron un estanco. Compraron lo que fueran a necesitar y avanzaron un poco más. A su izquierda otro puente y, a su vera, un parque de juegos infantiles que daban por finalizado este tramo del paseo. Cruzando la carretera, un monumento justo delante del Ayuntamiento. Pero no fueron hacia allí. Cruzaron el asfalto y pareció que volvieran sobre sus pasos desde un prisma diferente. Tras caminar unos 500 metros, tal vez un poco menos, llegaron a unos bancos que estaban bajo unos arboles. Estos daban al río y a su espalda había una fuente. Se sentaron y estando en silencio cogieron un poco de aire.

Sacaron un par de bebidas. "Qué vuelta más rara acabamos de dar", comentó.

- Sí, eso parece. ¿Vas a encender eso que tienes guardado?

Miró a su alrededor.

- Sí, ¿por qué no?


Comentarios

Entradas populares de este blog

Pide ayuda con tal de encontrar un llavero con valor sentimental

Analizando el "Una ligera mejoría antes de la muerte" de Koma

DANTZEN BERO EZKUTUA