La carta de despedida del Ratoncito Pérez

Una "tuitera" asombra a esta Red Social por las epístolas que intercambiaron

El conocido roedor dejando con sumo cuidado uno de sus obsequios (bapident.com)

Infancia, inocencia, fantasía e ilusiones. Algo por lo que casi todos los mayores de edad habremos pasado y guardamos en un rinconcito de nuestros corazones. Incluso las despedidas de los Reyes Magos, Olentzero o el Ratoncito Pérez. Y la marcha de este último le hubiera dolido menos si el simpático roedor no fuera del Betis; o por lo menos, según asegura Inma Campins, el de su casa lo es.

¿Pero de qué estamos hablando? Se trata de un publicación en "X" de la nombrada usuaria. Corresponde al 30 de marzo de este año y en ella relata cómo descubrió que el Ratoncito Pérez no iba a hacerle más visitas. Fue mediante una epístola a la que contestó con otra cuando tenía 7 años y cursaba segundo de EGB. Son, en definitiva, unos documentos que dejan ver la la tristeza por lo anunciado y la esperanza que conlleva esa edad.

Con tal de adentrarnos en la historia, de sumergirnos en ella, debemos retroceder hasta el primero de junio de 2005. Esa es la fecha correspondiente a la réplica de la misiva inicial. En esta, el roedor se despide con todo su corazón porque "ya" era "grande". Debido a ello, le comunica que se lleva "el último diente". Y añade que "siempre" lo tendrá colgado en su cuello.

A continuación, finalizaba el escrito con "un beso y un Adios" (sic). Además de dejar reflejada su rúbrica en un escrito que venía acompañado del nombre original de la receptora, Inmaculada, y un dibujo del emisor de este. En concreto, era un caricatura de él con una casa al fondo mientras porta sobre su hombro izquierdo una vara en cuyo final hay una bolsa en la que deberían estar los dientes que recogería en su camino.

La respuesta de Inma es, cuanto menos, asombrosa. En primer lugar le da las "gracias por todos los regalos". Y añade, en un más que palpable sentimiento de melancolía atribuible a los infantes de esa misma edad, que por qué le ha tenido que dejar. Aún así, y en un acto que reflejaría la forma en que hace de tripas corazón, le señala que "bueno", que le quiere mucho. Todo ello en un folio que dispone del mismo grabado que el anterior, aunque esta vez en el fondo superior izquierdo.

Despidiéndose definitivamente de él, le envía "muchos besitos" y añade un "adios" (sic). Aunque a modo de post data le vuelve a señalar, está vez en mayúsculas, lo mucho que le quiere. Asimismo, deja plasmada su edad (los ya mencionados siete años) y el curso en el que estaba además de la clase, la "B". Y es ahí que viene lo que podíamos describir de algo tan propio de esos días. La niña le pregunta al Ratón sobre su equipo. "Yo soy del Betis", revelaba la infante.



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