THOMAS LANG
Alguna vez había leído algo sobre este austriaco, pero nunca me había parado a observar, tampoco lo habría intuido, lo que es capaz de llegar a hacer. La primera impresión que genera esta persona de 53 años es que él, por sí mismo, en la reencarnación personificada de una única sección de percusión.
Su estilo, el cual varía desde los grooves más profundos a partes hiperactivas donde uno se puede volver “tarumbita” intentando averiguar cómo lo hace, consigue una atmósferas que se podrían definir de psicodélicas, patrones propios del “metal”, el jazz, la música latina, la suavidad del pop, contundencia del rock,… Todo ello mezclando, combinando lo más técnico junto a esa ley que dice que “menos es más”.
Alterna la suavidad extrema con la máxima potencia a la vez que edifica un fraseo mediante indescriptibles lineas a la par que incluye un simple o par de golpes con los que dar significado. Todo ello realizado con una cuidada selección de pedales con las que maneja dos bombos de distintas dimensiones (uno de ellos con doble pedal), dos charles diferentes y un instrumento de metal que ejecuta mediante este sistema. Una caja, tres goliats (dos a su derecha y otro a la izquierda) mientras maneja un timbal aéreo en el centro junto a cuatro de percusión a sus izquierda. Platos, mejor no mirarlos, no tiene muchos, pero sí lo suficientes para volver “tarumbita”.
En esta canción muestra unos patrones poco convencionales con los que enfocar la canción. Esto da como resultado una variedad increíble de cambios de ritmo en ella, texturas que parecerían imposibles de combinar y momentos en los que los recursos que demuestra se asemejan al hipotético momento en el que descubririeramos que hay vida inteligente en el universo y se puede entablar conversación con ellos. Pero el tema no es solo él. Las guitarras son contundentes y melódicas además de experimentales, el bajo es grueso y armonioso que acompañan a la perfección a la voz cuando parece querer hacer los coros. Estos últimos, por cierto, tienen fuerza y mimo, a la par que la grave voz principal parece darse el gusto de, por momentos, rapear. Un aspecto a destacar el el teclado, que crea una sensación espiritual que se complementa muy bien con la psicodelía que antes se ha mencionado sobre la batería.
Por cierto, este austriaco ha trabajado con Robert Fripp, Paul Gilbert, Tina Turner o Kylie Minogue.
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