EL TÚNEL (PREÁMBULO)
Le preguntaron por la hora.
Instintivamente, fue y la miró.
En ese instante...
Entonces le pusieron una navaja
sobre la piel de su cuello.
Y la pared
hizo que sintiera un frío escalofrío
en toda su espalda.
"No te muevas",
escuchó mientras percibía
un más que pútrido aliento
que le provocaron náuseas.
"Si no gritas
tal vez puedas salir de esta".
Revisaron sus bolsillos
y se llenó de cólera.
"¿Cómo es que no llevas nada?
¿Tu vida ha de tener menos valor
que lo que me corresponde?
Parece que no lo entiendes,
Lo que te pertenecía ha de ser mío,
¿Ahora qué pretendes que haga?".
Se quedó sin aire
tras el golpe recibido.
Cayó al suelo de rodillas
y observó la punta de unas botas.
Estas alcanzarían su mandíbula.
Esta se fracturó
y se la agarraba presa
del pánico
y del dolor.
"Bien, callate, no hables,
ahora harás lo que te digo.
Disfrutarás la experiencia
desde el momento en el que me vaya".
Con la hoja le acariciaría la cara.
"¿Sientes excitación?
Es algo que no me extraña,
mi querido
saco roto".
"Es hora de dejarte atrás,
pero sabes que no me iré lejos".
Fijamente
lo observaría antes de que al fin se marchara.
Se despidió de él, incluso.
"Se acerca alguien".
Escuchó pisadas a lo lejos.
No conseguía gritar.
Antes de marcharse,
"a modo de obsequio',
le clavó la navaja
y rasgó el abdomen.
"He ahí tus intestinos;
simplemente es tu vida".
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