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"Las hadas son como los Ángeles de la Guarda"

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(II) De repente, su conversación fue interrumpida por un sonido lejano. Parecía una voz llamando a alguien. Guardaron silencio. El hada, mostrando un claro signo de inquietud, le dijo a Lucía que no contestara. Esta no dijo nada. Estaba tratando de discernir quién era. De nuevo, volvieron a escucharla. "Es mi mamá, me está buscando". - No, esa no es tu madre. Cállate. No sea que nos vaya a encontrar... Volvieron a oír los reclamos hacia Lucía. La voz parecía nerviosa y preocupada. Trasmitía una sensación de angustia mezclada con pena. "Que sí, que es mi mamá. Tengo que ir donde ella", comentó la niña entre susurros. - No, no le hagas caso. Esa no es tu mamá. Es otra cosa. Por ahora tienes que quedarte aquí hasta que pase el peligro... - ¿De qué hablas? Justo entonces, una mano apareció debajo de las sábanas que guardaban a Lucía y al hada. Fue extendiéndose hasta agarrar a la niña de su pierna izquierda. Comenzó a arrastrarla hacia el exterior de la tienda de campañ...

La diatriba de la existencia partiendo del concepto de célula

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29/X/2019 Hay " ojalás " bastante particulares. Y podría llegar a ser ser un "ojalá" de los que ves al apreciar una estrella nacer. Mientras, a su alrededor, van formándose los planetas con sus satélites y asteroides pululando sobre la primera o alguno de los segundos. O de ambos al mismo tiempo. También hay "ojalás" muy peculiares porque en ellos suele vislumbrarse la posibilidad de que otros sistemas estelares funcionen con leyes distintas a las que conocemos o creemos conocer. Son, al fin y al cabo, unos hipotéticos "ojalás" que muestran que los cimientos de la filosofía con los que el Ser Humano empezó a caminar siguen aún presentes. Otro de ellos sería la existencia de Dios. Una Entidad Suprema creadora de todo aquello que palpamos. Esta dispondría de una inteligencia superior, y quizás infalible, respecto a la que conocemos (la nuestra) pues nos consideramos el ser más inteligente sobre la faz de la Tierra y sus profundidades repletas de ag...

LA FLOR DE LA FOTOGRAFÍA

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Emanaba tanta belleza aquella flor... que decidiría no cercenarla. La plasmaría en una fotografía  dedicada a sus presentes. La puso dentro de un marco con contornos de madera. La transformó en el eje principal de lo que era su cobijo cuando en sus pensamientos quería adentrarse. Entonces la imaginaba en su florecer dando color a los prados que en su imaginación habitaban. Era un color que abrigaba con un manto de esperanza. Esperanza haciendo las veces de abrigo... y que con el calor refrescaba. Le confería ritmo a los mediodías y de sosiego a las noches. Pero, algunas veces se planteaba qué pasó con la flor: si seguía bajo el Sol o si terminaría mudándose queriendo buscar sentirse libre. Tal vez, las distintas circunstancias dieron un camino que se fue alejando del lugar que un día la vería crecer cuando otros la tuvieron presente. En ocasiones imaginaba la flor en medio de un frenético baile. En él cantaba y gritaba por los instantes de los futuros que llegarían a ser los días d...

El cazador

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08/XI/2021 Las gotas de agua en su chubasquero producían un sonido fino; parecido a cuando caen contra las hojas de los árboles. Pero eran completamente diferentes. Había dejado de llover. Las que caían provenían de estas. Estaba allí parado, acurrucado, escuchando el sonido de la noche. Su vista ya estaba acostumbrada a la oscuridad y podía defenderse. Había despejado. Podían observarse las estrellas. Y la luna, que estaba en creciente, emitía suficiente luminosidad. A unos cien metros de distancia estaba «Roto», el único sobreviviente que junto a él quedaba de aquella escapada a la montaña que habían hecho aquel fin de semana. De vez en cuando podía ver levemente su silueta si se movía lo suficiente. Pero no oía nada aparte del sonido de la noche. Llevaban así más de dos horas. Lo sabía porque de vez en cuando miraba su reloj. Parecía que el tiempo no avanzaba. En su pierna derecha llevaba una pequeña hacha y un cuchillo en una funda. Eran un regalo de sus padres. El cuchillo siempre...

El ocaso de la lengua común

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Los ojos le dolían. Así que, después de frotárselos un poco con tal de aligerar el malestar, dejó el libro que estaba leyendo. Se quitó las gafas y las introdujo en el estuche que llevaba en el bolsillo derecho de la bata que vestía. A continuación, contempló el fragor de las llamas que había en la chimenea que tenía enfrente. También al viejo pastor alemán acostado a su vera. "¿Sabes? Cuentan que, hace mucho tiempo, todos los seres de la creación compartíamos el mismo lenguaje". Estas palabras iban dirigidas a su nieta. A sus 27 años estaba acurrucada en el otro sillón habido en la sala de estar. Había ido aquel fin de semana a la cabaña familiar que tenían en mitad del monte. Y lo hizo con tal de evadirse de la rutina diaria. Pero, aun así, llevaba más de dos horas ultimando unos detalles del trabajo. Para ello, usaba un ordenador portátil que estaba encima de una mesita. Y esta la tenía sobre sus piernas. Al oír lo que el anciano le comentaba, dejó lo que estaba haciendo y...

El día que recorrió un trayecto habiéndolo hecho siendo niño

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12/VII/2019 Hacía muchos años que no iba por aquel lugar. El camino, antaño sin asfaltar y lleno de piedras con algún que otro matojo de hierba en el centro, estaba arreglado. Y, a pesar de ello, seguía siendo un duro recorrido. No tanto debido a los cambios habidos, pero continuaba siendo exigente. Los árboles, que estando ubicados en sus esquinas proporcionaban sombra en los días calurosos, habían crecido. Algunos fueron talados. Incluso fallecieron. Pero muchos otros nuevos estaban ahí; creciendo despacio, empezando a aportar la refrescante sombra o a punto de darla. Llegó a la fuente de la que solía beber. La vegetación a su alrededor era mayor y más verde. Y el agua que brotaba de ella era aún más fresca y cristalina. Seguía teniendo el mismo sabor. Volvió a beber. De forma pausada, pero con un ritmo constante. Puso su cabeza debajo de ella e intentó quitar el sudor que le bañaba el cuerpo. Observó lo que le rodeaba. Era el mismo paisaje, pero había cambiado tanto... era mucho más...

LO QUE DEBE SEGUIR SIENDO BRILLANTE

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El silencio invadió el bosque. Los animales se fueron buscando libertad. Ocupó su lugar un ser vestido en lo erguido y sin mirada latente. Sólo quedáronse los árboles y una tierra cada vez más baldía. Y los árboles fueron marchitándose  al estar presos de una enfermedad venida del que abandonó el que fue su círculo. Y como dueño y señor fue imponiéndose  en lo que fue fértil comunidad vuelta en un estéril pozo que supuraba lo infecto. Tomaría cuerpo entonces la inquina cuando esfumáronse los árboles. Fue mutando la enfermedad hasta volverse en venganza. Los seres vestidos en lo erguido con lo pútrido se hicieron uno sin siquiera servir de fertilizante. También ocuparon su lugar las luces de la esperanza. La enfermedad se volvió un recuerdo constante al irse reconstruyendo lo que no debió dejar de ser brillante.