"HORA DE SOBAR UN RATO" (EPÍLOGO) ...

El martilleo en su cabeza era atroz. Además, el calor hacía que su vista se nublase. Así que, apoyándose en su cama, fue esperando a que todo pasara. Cuando se sintió algo mejor, aunque sólo fuera un poco, cogió una aspirina de las que guardaba en su mesita de noche. La acompañó con un vaso de agua. Y cuando el cuerpo se repuso fue a la cocina a tomar un café. Y este debería de estar caliente. Lo estaba. Le quemó la garganta y soltaría un grueso grito. Poco a poco, trató de calmarse y bebería más pausadamente. Su temperatura bajó. Fue la del café, la otra no. Aún era tremenda la que se percibía incluso en el amanecer. Además, el domingo ya pasó y esperaba el "curro" por mucho que le pudiera joder aquella testaruda resaca que parecía carcomerle el alma. Por lo que tuvo que armarse con el valor que le caracterizaba en esas circunstancias tan lamentables. Así que no era la primera vez, menos aún sería la última. Y lo único que deseaba era no tener que vomitar en el trabajo. Y ...