EL PLATO DE LA MÚSICA
Suena, retumba y perfuma conquistando la música tu habitación. Vas haciendo cualquier cosa y esta va propagándose a cada esquina del hogar. La sientes; e incluso bailas a su ritmo mientras haces cualquier cosa. Lentamente la saboreas. Es un plato preparado a fuego lento que disfrutarás con calma. Un postre, si lo prefieres, de los que serían el manjar de todos los dioses que alguien imaginó en sus propias circunstancias. Y te sientas, o te tumbas, con tal de hacer su digestión antes de ir a darte un baño con tal de que no se corte. Sigue retumbando en tu cabeza sin la más mínima intención de que le dé por desaparecer. Sabes que no provocará acidez que te dañe el estómago o traiga dolores de cabeza. Y vuelves a saborearla. Lo haces despacio, con pasión, al igual que se cocinó todo ese magno deleite. freepik.es