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AQUELLO QUE BUSCÓ

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Se marchó en busca de... algo que ni él mismo sabía. Y pese a los "tal vez"... no dejaría de buscarlo sin estar en sus recuerdos. Y solía decirse: "ya ves... debe de estar cerca, ¿pero qué es que será?". Le ocupaba su corazón. Solía maldecirse: "joder... esta no es mi pena, ¿de dónde llegará?". Le desgastaba su tesón. Marchó buscando un "qué"... que quizás forma no tendría. Y volvió en busca de... lo que sería su propio "yo" al no poder encontrarlo. 

SUS PIELES ERAN PÁGINAS

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Calor... el asfalto le abrasaba y las fuerzas parecían desvanecerse a cada paso que daba sin intuir el final del trayecto. Pasión... el tesón cuerpo tomaba aunque sus formas no pudieran palparse en medio de las facetas que pudiera estar atravesando. Dolor... el confrontar la batalla estaba presente a través de sus pieles que parecían impolutas  a pesar de expresar lo sentido.  Su mirar mostraba un libro abierto a los que leerlo supieran. Y sus páginas eran fértiles en los que supieran apreciarlas mientras no fueran juzgando lo que en ellas podrían encontrarse. Sus capítulos eran frágiles incluso cargados con la fuerza que va evitando el destino al ser el dirigir su pretender.  Solía tener a la Luna en su brillar fuente de inspiración. 

Distintos sentires en diferentes momentos del día

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11/XII/2019 (I) Donde la mañana amanece cubierta de lluvia, la naturaleza es renovada con la fuerza que le otorga ese hecho que parece tan simple. Y en algunas zonas de este globo tienen la suerte de poder contemplar este fenómeno de forma cotidiana. Como algo natural que habría estado ahí siempre... y que nunca acabará. En otras, por el contrario, resulta que disponen de unas fechas durante el año en las cuales surge ese momento. Justo entonces, lo que parecía seco, baldío y exento de vida, florece con un poderío inusitado que origina gran jolgorio entre sus habitantes de la zona y otras. Pues en estas últimas, aunque no hayan sido bendecidos con la magia de la lluvia, pueden recibir sus frutos a través de cada río que recorre cargado cientos de kilómetros con el futuro abono para que la tierra pueda florecer. Y algo que parece tan simple, algo que es tan necesario, edifica miles de historias convertidas en leyenda. Son sociedades con una cultura que ha llegado hasta nuestros días. Y ...

EL FORMOL EN LAS TRADICIONES

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Nos fue devorada la educación. Y junto a ella, la paz de poder pensar en solitario teniendo de confidente los latidos de nuestro corazón. Fue dicha la forma de la pasión. Y junto a ella, el amar con un fino traje fue vestido al ser el glamour su porte estando de acuerdo o no con ello.  Fueron formando las tradiciones. Estas fueron clavándose con el formol que las siluetas preserva ante el interior esfumándose. Fueron limando las sensaciones. Lo fueron el pasar desapercibidos los útiles en el usar de la gente llamada corriente.

En el «Cuarto de los Ratones» no había tales roedores

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Sintió una dolorosa punzada en el estómago. Aquel lugar, ese cuarto, hacía que la melancolía se le presentara con esa tesitura. Incluso las lágrimas amenazaron con surcar su rostro. Pero trató de contenerse. Ya había llorado suficiente. Aunque fuera por orgullo y también de una dolorosa pena. Recreó las innumerables horas que sus hijos pasaron allí mientras estaban castigados. Las discusiones por ello con Jaimita, su difunta mujer. Ella pensaba que aquello era demasiada dureza. Él que tenían que aprender. Jamás imaginó que Zipi montaría su propio taller mecánico. Menos aún que Zape acabara convertido en abogado. Quién lo iba a decir. Finalmente, sus dos pequeños gamberros acabaron volviéndose en hombres de provecho. Sí, Jaimita habría estado orgullosa. Y mucho. Entonces fue que dejara escapar las lágrimas. Y rió de forma irónica. Aquel era al que llamaban «El Cuarto de los Ratones». Y lo curioso era que nunca los hubo. Se encargó personalmente de que no los hubiera. Notó, entonces, un ...

Una noche entre olivos y un manzano

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20/IV/2023 La noche era fresca. Estrellada. Y estas ocupaban la cúpula celeste como hacía mucho tiempo no las había contemplado. Esa costumbre la dejó tiempo atrás. Justo en ese momento, sentado como estaba bajo el pórtico de aquella vieja casona, se preguntaba por qué habría dejado de hacerlo. Dio un trago al vino que portaba. Era fuerte, más de lo habitual. Y, aún así, también lo tuvieron que rebajar con agua. Por suerte, a pesar de encontrarse en una zona desértica, esta estaba al alcance de todos debido a un sofisticado sistema de canales. Escuchó los tímidos pasos de alguien acercándose. Hacía un buen rato que la casa estaba en silencio después de la cena. Pensaba que todos sus compañeros habrían ido a dormir. Él solía ser el último en acostarse. Apareció entonces a su lado una figura delgada. Rondaba el metro sesenta de altura y su tez morena parecía brillar bajo el reflejo de la Luna. Se sentó en el taburete que estaba libre y compartieron la mesa. Traía una garrafa con caldo y ...

LA SAVIA DE LOS SENTIDOS

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Solía cantarle a la vida. Al embrujo que mana la noche y la belleza del amanecer. A los instantes que abrigaban con calor. Lo hacía sin la presencia de la música, aunque brotara de su corazón en forma de las sentidas flores. Las notas eran su propio querer, lo más profundo de sus sentidos y cada pieza que conformaba su alma. Solía brindarle a la vida. Al tesón que con ritmo la teje y los arrullos en que se mece. A la libertad sin el disfraz del preso. Solía disfrutar con los tonos del eco al desplazarse por la naturaleza. Con las formas en que las paredes solían  ser la herramienta que ejercía como altavoz.  Hasta de los más diminutos sonidos que la savia del andar solía festejar.