"Piraña" (1978), cuando las aguas de Estados Unidos se tiñeron de rojo

El director de Gremlins, Joe Dante, cosechó su primer éxito mediante un largometraje sangriento, lleno de tópicos y con la recién finalizada Guerra de Vietnam de fondo


Si nos sumergimos un rato por las redes, si nos adentramos un poco por internet, podremos apreciar que esa obra maestra que Steven Spielberg estrenó en 1975, estamos hablando de Tiburón, habría forjado a su alrededor un sinfín de largometrajes que, en mayor o menor medida, pudieron haber aprovechado el tirón de esta. Uno de ellos que se habrían de englobar en ese círculo es Piraña, de 1978. La dirección de esta obra que mezcla el “slasher” y el cine “gore”, y que es una película que rezuma el cine de serie B más arquetipado, cayó en manos del estadounidense Joe Dante.

El realizador empezó a cimentar su fama en el inesperado éxito de ella. En 1984 llegaría su bombazo particular con Gremlins y su forzada secuela de 1990. 1987 sería el año en que junto a Dennis Quaid firmaría El chip prodigioso y trabajaría al lado de Michael Jordan en Looney Tunes: De nuevo en acción, allá por 2003. Antes de ello formó equipo en 1983 con el mismo Spielberg, además de John Landis y George Miller, a la hora de dar forma a En los límites de la realidad: La película. Su carrera tiene éxitos notables, y obras que pasaron más bien desapercibidas, en la que la figura de Spielberg ha estado muy ligada a él.

Piraña es uno de esos productos que muchos aficionados al Séptimo Arte retienen en sus retinas con mucho cariño y que, con el paso del tiempo, se ha convertido, entre otras cosas, en un film de culto por la simpleza y cuasi chabacanería con la que fue rodada. Y es que el guión de Richard Robinson y John Sayles es simple, apenas profundiza en los personajes, y se centra en la bruta acción desgarradora después de presentar la trama. A pesar de ello, Joe Dante supo sacar jugo de todo ello y consigue unos notables giros en la trama y un final, aunque muy predecible, cargado de tensión y con una claustrofobia atroz.

Manipulación genética

La trama da comienzo tras la desaparición de dos jóvenes. La investigadora Maggie McKeown (Heather Menzies) es contratada por los padres de estos para que los encuentre. Cuando llega a los bosques que rodean el lago Lost River conocerá a Paul Grogan (Breadford Dillman), un divorciado alcohólico que vive prácticamente como ermitaño en el lugar. Juntos comenzarán la investigación. Esta les lleva a un laboratorio científico militar. Allí observan una piscina que abrirán sin saber que en esta viven una pirañas alteradas genéticamente con la intención de usarlas como arma biológica en la ya recientemente finalizada Guerra de Vietnam (1955-75). Encontrarán la resistencia del Doctor Hoak (Kevin McCarthy), a quien después de reducirlo arrastrarán por un viaje río abajo a pesar de que, en un principio, es reticente a explicarles en qué trabajaba.

De esta manera comienza una carrera por evitar que las pirañas lleguen al mar (por el experimento son capaces, al igual que los salmones, de vivir tanto en agua dulce como salada). En medio intentan impedir que los peces se ceben con un campamento infantil en el cual está Suzie (Shannon Collins), la misma hija de Paul. En ella podríamos encontrar una de las primeras similitudes con Tiburón, ya que al igual que el Jefe de Policía Martin Brody (Roy Scheider) tiene pánico a meterse en el agua. Un homenaje nada velado se da también en la presentación de Maggie, cuando está jugando con un videojuego de la famosa película. Algo que, por cierto, se puede interpretar como una crítica a la desviación en la atención que estos causarían en los jóvenes, ya que por ello parece ignorar las instrucciones de su superior y se muestra demasiado convencida de sus aptitudes. Tal vez el guión no sea tan superficial como parecía en un principio y es necesario darle un segundo visionado.

Y es que este, el guión, también realiza una fuerte crítica hacia el alcoholismo por la forma en que aísla al Ser Humano del mundo que le rodea y le convierte en un ermitaño a pesar de los lazos afectivos que tenga en él. Y lo curioso de todo es la forma en que Dillman afronta el papel de Paul. Este, que parece estar esperando el momento en el que volver al mundo (este sería el retorno de su hija del campamento) se ve obligado a acelerar el proceso y convertirse súbitamente en la persona que una vez fuera. Pero eso sí, sus primeros minutos de aparición se los pasa constantemente bebiendo y esto no parece afectarle en su intelecto ni a su capacidad de raciocinio, aunque se muestra temeroso y tímido en sus acciones. Será al dar comienzo la aventura, cuando abra los ojos ante ese inesperado propósito, el momento en el que salga a la luz el arquetipo de héroe capaz de hacer cualquier cosa con tal de salvar a su hija, y a los que le rodean , incluso poniendo en peligro su propia integridad.

Siguiendo con los clichés cinematográficos, Maggie parece segura de sí misma y ser una mujer emancipada. Pero en el fondo necesita la aprobación de un hombre que esté a su lado. Por ello mismo se nos muestra como un Ángel Salvador que traerá de vuelta a Paul al mundo y, después de ello, él será el encargado de tomar todas las decisiones que conlleven su seguridad y futura supervivencia. Además de por el resto de las personas que se encuentran por el camino y de aquellos que, indirectamente, se verán afectados por sus acciones. Maggie incluso, recurriendo a los instintos sexuales (además con un marcado toque homófobo), es capaz de usar su propio cuerpo como arma sexual dejando de lado la inteligencia y capacidad intelectual que había mostrado hasta ese instante. Por cierto, esto está relacionado con la crítica que vierte la película hacia el ejército por su actuación en Vietnam. En este caso por su falta de inteligencia, escrúpulos y el uso de la prostitución en divertimento propio haciendo caso omiso de su supuesto papel de salvadores.

En medio de ello se encontrarán a un empresario que es capaz de reparar en gastos a la hora de montar un parque de atracciones. El papel de Buck Gardner, que es interpretado por Dick Miller, guarda muchas similitudes con el del Alcalde Larry Vaughn (Murray Hamilton) de Tiburón. Incluso se muestra reacio a creer en la amenaza y posteriormente tiene una reacción similar a la de este ante la tragedia sucedida, además de hacer frente al sensacionalismo sin escrúpulos de los periodistas que hay en el lugar. Se nos presenta, por tanto, una fuerte reflexión negativa sobre el todo vale que se puede encontrar en el mundo de los negocios o el periodismo. Y esta crítica resulta bastante curiosa, ya que si a este siempre se le ha considerado uno de los artífices de la retirada de los estadounidenses de Vietnam, ese sentimiento de haber perdido la guerra después de ganar las batallas, tal y como se dice en Acorralado (o Rambo de 1982), parece que se ceba en el periodismo por sacar a la luz las mismas imágenes truculentas que hicieron que la opinión pública se pusiera en contra de ella.

Una visión crítica, pero conservadora

Resulta que a pesar de la superficialidad de los personajes, y los cánones tan prefijados que en ellos se muestran, tampoco ayuda en ese aspecto la fría interpretación de los actores, el guión tiene mucho más de lo que aparenta en un primer contacto. Paradójicamente a lo que hemos comentado ahora mismo, muestra una visión muy negativa del ejército y la guerra. Por un lado reniega del uso de armas biológicas, en este caso representadas por las pirañas genéticamente alteradas, y parece sacar una bandera negra por todo el daño que ocasionó el napalm. También acusan a la industria armamentística de creerse dioses y usar a la ciencia como un mero instrumento de esta, a la vez que señala la ceguera de la última ante todo ello. Un mensaje ecologista también podemos encontrar, el cual aboga por el conservacionismo y denuncia el peligro de las especies invasoras. En el fondo, se trata de la actitud del Ser Humano poniéndose por encima de la naturaleza creyéndose Dios, señalando que lo que Este ha creado no debe ser alterado por el Hombre.

Decíamos al comienzo que el guión podría describirse de simple y chabacanero. Lo cierto, a pesar de todo a lo que nos hemos referido hasta el momento, es que es bastante simple y predecible. A pesar de ello, Joe Dante consiguió exprimirlo a través de sus carencias. Con una puesta en escena rápida, pero que resulta fría en su presentación, da comienzo a la acción sin apenas hacer que el antagonista principal (las pirañas) aparezca en pantalla. Esto se puede explicar observando el escaso presupuesto con el que contó la película. Fueron 770.000 los dólares (o 600.00 dependiendo de las fuentes) que dispuso el equipo a la hora de realizar el proyecto en apenas 30 días. Algo que se nota por la celeridad con el que por momentos parece que fue montada, algo que se muestra en unos más que curiosos errores de continuidad en el edición, en la cual hasta se puede apreciar los diferentes momentos en los que fueron grabadas algunas escenas, ya sea por la iluminación o porque la actuación de los actores no concuerda con lo que se había visualizado en la anterior.

A pesar de ello, deja plasmadas algunas escenas épicas que resultan ser fruto del “gore” más pulcro que se puede encontrar en pantalla. Resulta memorable el plano en que se puede observar las piernas con los huesos desnudos del amigo de Paul, el cual muere desangrado por las heridas. También son destacables los primeros planos que muestran los rostros desfigurados por las mordidas, los cuales impresionan en sobremanera. Asimismo, cuenta con una serie de volteo de coches y explosiones que, además de estar muy bien cuidadas, no tienen nada que envidiar a una película de acción bien hecha. El hecho de que las pirañas casi no aparezcan en pantalla da pie a que se juegue con el aspecto psicológico. El saber qué está pasando y no poder apreciarlo le confiere de un carácter dramático verdaderamente espeluznante. Por otro lado, la sangre se vuelve esencial y recuerda a la Primera de las 10 Plagas que Yavhé mandó a los egipcios a través de Moisés. Por cierto, el papel de Paul por momentos parece hacer referencia a Noé, tanto por su alcoholismo como por el hecho de que intente salvar personas mediante una balsa de madera que ha construido por sí mismo, además de conseguir la redención por sus actos. La circunstancia de que no hay espacio suficiente en las diferentes embarcaciones parece también una clara referencia.

Un éxito inesperado

Lo que Joe Dante logró, a pesar de la simplicidad y lo previsible del guión, fue crear un largometraje que parecía fresco a pesar de lo manido de los recursos que manejaba. Uno de los factores que ayudó en ello fueron los impresionantes paisajes que se muestran, justo en el corazón de Texas. Eso y que supieron manejar con éxito los exiguos 50.000 dólares que del presupuesto estaban destinados a los efectos especiales. La pirañas eran unas simples marionetas de goma que, en lo poco que aparecen en pantalla, causan verdadero pavor. Todo ello con el empuje de Roger Corman, uno de los productores más importantes del cine estadounidense de bajo presupuesto. La banda sonora corrió a cargo de Pino Donaggio, quien dos años antes, en 1976, habría hecho lo mismo en la increíble adaptación que Brian de Palma hizo de Carrie, la novela con la que Stephen King obtuvo el reconocimiento después de tres intentos fallidos. Con 30 minutos de duración, es una maravilla que combina la tensión, la esperanza y el horror en 16 cortes que dan todavía más fuerza al largometraje.

En total, 16 millones fueron los que consiguió recaudar la película. Como dato curioso, y ya casi para finalizar, la obra logró ser nominada a la Mejor Película de Terror en los Premios Saturn de 1978. Este honor recaería finalmente en El Hombre de Mimbre, otra obra de culto en el cine de terror que fue estrenada 5 años antes, en 1973, por el director londinense Robin Hardy. Pero lo más llamativo es que, a pesar de las fallas de consistencia que hemos comentado en cuanto al montaje, sí consiguió llevarse el Premio a la Mejor Edición. Era la sexta entrega de los Premios, y por lo que se ve, no compartimos la misma impresión con los que otorgaron la distinción. Más allá de todo ello, se trata de un trabajo que refleja el esfuerzo que el equipo realizó a la hora de plasmar un guión que podríamos describir de flojo. Este tiene ideas interesantes, pero no tienen  apenas desarrollo. Se centra en la pura acción con la vista puesta en el entretenimiento. Dante logró darle un giro de 180 grados y, a pesar de las limitaciones que en ella se observan, este mismo factor es lo que la hace tan querida entre el público, sobre todo en aquellos que la vieron en las década de los 80 y 90. ¿Una película prescindible? Sí, pero después de visionarla deja de serlo, sobre todo porque marca un antes y un después por el impacto que supone.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Un agujero negro en la oficina

VIAJANDO POR EL ESPACIO

Pide ayuda con tal de encontrar un llavero con valor sentimental