DON´T TREAD ON ME
El sexto corte del quinto álbum de Metallica supone un declaración de intenciones en su carrera
Algo que me ha llamado la atención durante mucho tiempo de los de San Francisco es el la cuestión de si son una banda de música o, quizás, dejaron de tener esa naturaleza y, por el contrario, son una empresa que mueve millones de dólares al año y que tiene a su alrededor un auténtico sistema corporativo en los que ellos, sobre todo Lars Ullrich y James Hetfield, son las cabezas visibles de todo ello. La pregunta sería cúando fue el momento exacto pasaron de la primera fase, con sus pipas, técnicos de sonido y demás, a pasar un conglomerado que solo le faltaría cotizar en la bolsa. Pero, a decir la verdad, el sueño de todo músico que empieza una banda es el poder vivir del fruto de sus composiciones, de su trabajo y, claro, a medida que el proyecto se va haciendo más grande también aumenta en tamaño el círculo que hay alrededor de ellos y, por consiguiente, tienen cada vez más gente junto a ellos y a los que hay que gratificar por su trabajo. Se trata, por lo tanto, del florecer de una pequeña empresa que se va expandiendo y va abriendo nuevas sedes, por intentar explicarlo de alguna forma.
Si nos fijamos un poco en las letras de sus cinco cuatro primeros discos, el “Kill ém all” data de 1983, están repletas de furibundas críticas al sistema estadounidense: la pena de muerte, la carrera nuclear, la guerra, el sistema de justicia, la religión dominante en la sociedad, las drogas, ecología… De hecho, su cuarto álbum lleva el título de “…and justice for all “(1988), algo que en castellano viene a significar “...y justicia para todos”. Pero si nos fijamos un poco en la pronunciación que se le da en inglés veremos que se trata de un juego de palabras que se oye algo así, y volvemos otra vez a la traducción al castellano, como “...injusticia para todos”. Y, partiendo de ahí, de todo eso que brevemente hemos explicado hasta este momento, puede que nos llevemos una gran sorpresa al escuchar su quinto disco; ese que lleva el título homónimo del cuarteto o es conocido por el nombre de “Black Album” (1991).
Pero vayamos por partes. Lo primero que descubriríamos es un cambio radical en la estructura de sus canciones y en su sonido. Producido Ulrich y Hetfield junto a Bob Rock (quien hasta ese entonces había sido productor de “The Cult” o “Mötley Crue”), el sonido de las canciones se volvió más crudo y directo mientras estaba rodeado de lo que se llama “muro de sonido”; esto es, englobar las canciones por capas instrumentales con la intención de que suene potente o, por decirlo de un manera coloquial, conseguir que cada canción suponga un puñetazo mediante esta manera. Y vaya que lo consiguieron (la que lió el que dicen fue su inventor, el estadounidense Phil Spector). Dejando la complejidad cada vez más creciente en las canciones de sus discos anteriores, en este se centraron en unos cuerpos aparentemente más sencillos, directos y con la guía de una batería ( Ulrich) con una base de rock más “sencilla” y que se centra en el “groove” en vez del tecnicismo. Si a esto le añadimos el grosor y la belleza de las líneas de un bajo (Jason Newsted) perfectamente audible, unos solos de guitarra a cargo de Kirk Hammet que encajan a la perfección y les da sentido y dirección a los temas, y luego se aprovecha de forma perfecta la evolución vocal de James Hetfield, se consigue un disco distinto a lo que venían haciendo hasta ese entonces, el cual les hizo ganar aficionados, detractores y mucho dinero.
Pero a lo que íbamos. Volvamos a lo dicho al principio. Si miramos su trayectoria y nos centramos en el sexto corte “Don´t Treard On Me” podemos llegar a pensar que la banda esta cayendo en una contradicción, ya que en él parece que muestran un predilección por prepararse para la guerra antes de que esta suceda. Nada más lejos de la realidad. Tampoco estoy defendiendo su postura, al contrario tampoco. En el tema se habla sobre la Guerra de la Independencia estadounidense. La misma serpiente que aparece en la portada es la utilizada en la bandera de Gadsden, la cual fue diseñada en 1775, en plena Revolución Estadounidense (1763-1783). Se trata de un símbolo que es un referente dentro del libertarismo económico o anarcocapitalista que busca la eliminación de las funciones del estado, la no interacción de este en la economía y la defensa de la propiedad privada. Se busca también la emancipación del individuo frente al colectivo. En el marco de la Revolución se adaptó como imagen con la enfrentarse al poder inglés del cual se querían deshacer y la creación de su propio Estado. El significado del lema viene a ser algo así como “no me pises” y, aunque corran tiempos distintos en estos más de dos siglos desde que lograran la independencia, no deja de ser utilizado por aquellos que ven que el “sueño americano” está viciado. Por eso, tal vez, a pesar de las continuas críticas que habían realizado a su propio país no resulta contradictoria la aparición de esta canción. No es contradictorio al compararlo con el contenido de las otras, porque esta, viéndola en perspectiva y contexto, viene a explicar la visión que tienen sobre Estados Unidos, lo que fue, lo que es y lo que se perdió por el camino. Por lo tanto, explican perfectamente su postura y está en una perfecta concordancia con lo que habían expuesto anteriormente mediante sus críticas. Todas ellas son perfectamente correctas desde la posición política que toman partiendo desde esta canción. Y sobre si son una banda o una empresa, si tomamos otra vez como punto de partida el tema, solo se puede decir que lo conseguido por ellos se ajusta perfectamente a su filosofía. Sobre si, personalmente, han pisado a alguien durante el camino, o lo han sido, hasta llegar a donde están, eso ya es otra historia.
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